
A lo que iba, la bloguera, que era guapa hasta decir soooooooooo, se me quejaba de que tenía unas ronchas perifaciales, que le iban a impedir bailar el minué en un baile organizado por la Asociación de Guadamacileros del Nervión, con sede en Calatorao. La hostia de preocupada estaba la buena moza, de la Finojosa. Joder, me dije sin recato alguno mientras me sacudía el moquillo con el periódico que tenía a la diestra mientras con la siniestra hacia la quiniela. No es posible que no pueda bailar el polisón con ese bellezón que tiene. Entonces, voy, y tras pedir permiso a la dueña de la guarnicionería, llamada Sonsi, de Sonsoles, le di el remedio que Carmela me recomienda para cuando me salen sabañones.
Mira, bloguera de organdí, le proferí, para quitarte las ronchas no hay como la berenjena a la vinagreta, bien rociada con cilantro y salsa de ajonjolí. Lo pones todo en la turmix o en el mortero. Luego enciendes la turmix o coges el palo del mortero pa machacar. Cuando esté todo bien machacao, lo tiras a la basura porque es una puta mierda y mientras ves como se mezcla con el resto de la basura, te preparas un bocata de chistorra con mejillones, bien regao con dos litros y cuarto de zumo de limón, y a las 23 horas las ronchas han desaparecido. Mano de santo, cielo. Esta noche o dentro de catorce días o cuando coño sea, vas a arrasar en el baile y a más de nueve se les van a poner los michelines en posición de firmes. Y si no, al tiempo