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martes, 19 de mayo de 2009

Quiéreme un huevo, Paco Camps



El Camps, con peluca gitana pa disimular, recibiendo otro regalo del Bigotes, mientras le mira los huevos


Estoy en un sinvivir desde que Paquito Camps comenzó a dar rienda suelta a sus quereres. Mi prima Chelo y yo, además de Candelas y su tía Patro, sabíamos a pies juntillas que Camps era como los osos amorosos, todo cariño, todo candor, todo apego desinteresado a los arrumacos que de aquí y de allá, desde Vinaroz hasta Orihuela, pasando por la Plana de Castellón, incluyendo a Fabra y sus pesticidas, le hacen de cuando en cuando los valencianos, en mayor medida que las valencianas, sabedores de que siempre les serán recompensados ciento seis por uno, más todavía de lo que dice el evangelio de lo que decía Jesús en Getsemaní a sus discípulos tan entusiastas con el verbo como hambrientos de pan y de peces.

Pero, Señor, Señor, qué habremos hechos los del Campo de Montiel, los del Aljarafe de Sevilla o los de Rivadavia para que Camps no nos quiera nada, ni un huevo, ni medio, ni cosa que le parezca.

Todos los cariños van para el Bigotes, que tiene una pinta de jeta saborío de padre y muy señor mío. Si, por un casual, fuera al menos elegante, pinturero, resalao y pintiparado como somos muchos en Caravaca de la Cruz, lo podría entender. Si se asemejara a ese petimetre que se parece a Ricardo Costa, antes de que se diera la hostia con el Buga de los 80.000 eurazos, también podríamos hacernos a la idea. Pero no, el Alvaro Perez, el Bigotes, ni es bien plantado, ni se perfuma con ese Varon Dandy que tanto gusta y apasiona a la Rita Barberá, ese pedazo de fallera que se pone a tope cuando le estallan los petardos en el moño durante tres dias seguidos. Nada le provoca tanto chute como eso.

En todo caso, lo que le gusta al Bigotes es zamparse cuatro kilos de paella de una tacada, mientras se rasca los huevos con la mano izquierda y llama por el celular a la prima de Paco Correa para ver si le monta un chiringuito en Villanueva del Pardillo, como cuando el macarra de Miguel Ángel Rodríguez, que eructa más que habla y cuya cretinez es inversamente proporcional a la mirada cándida de Cospedal, le montaba unos saraos al Aznar y la Botella de puta madre, mientras el Agag se quitaba de la boca las sobras del chorizo con un palillo y le miraba el culo a la última pelandusca del Berlusconi.


Mira por dónde, ahí está la perdición de Camps, en haberse declarado amante empedernido del Bigotes, cuando a quien quiere el Bigotes es al Granados de la Birola de Entrevías, porque ese sí que tiene pasta gansa, se está haciendo un chalet de la hostia por la jeta en Valdemoro, espía que te cagas y encima compra la ropa en el rastro a precio de Forever Young. “Hace falta ser gilipollas”, se lamenta cada dia el Camps. “A quien se le ocurre vestir de traje de Milano cuando a mi lo que me gusta es la barretina catalana y la faja de los Monegros, que es lo mejor que uno se puede poner para mandar al Fabra a tomar por el culo y comer migas de Teruel con salmorejo de Canarias, que es lo que a mi me gusta”. Y tiene toda la razón. Otro gallo le cantaría al Camps si en lugar de enamorarse del Bigotes se hubiera enamorado de Labordeta, hostia.


Y que no me venga mi idolatrada Merche Pallaresi di Calabria con lo que los gitanos idolatran al Camps. Parece mentira que una dama de tanta alcurnia y prosopopeya no se de cuenta de que en estos momentos el Paco Camps está pagando de su bolsillo a todo quisque para que le ideolatre allá do vaya. Y en eso los gitanos son muy suyos: ante un bocata chistorra del Camps envuelto en papel de Milano, con promesas de ponerles un piso en la Malvarrosa a prueba de Calatrava, son capaces de cualquier cosa. Y si no, que se lo digan al Hermano Fabra, el del calzoncillo de azulejos, que ha comprado a medio Castellón a base de alicatarles los huevos. Gratis, por supuesto u of course que dice Ricardito Costa, ese pijo estructural que cuando habla suena a hojalata rancia o a moco revenido, mientras se hace pelotitas en la nariz con el dedito que le ha quedao ileso después de la hostia con el Buga de 80.000 euros. A ver si estamos donde hay que estar, cohone.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Aznar ofrece a Bush ser portero de noche de la FAES


De esta guisa y circunstancia quedóse Chorchito Bush, también conocido como el macarra de Crawford, cuando a los veintiseis minutos de terminar la timba de Washington, y después de que el chico de Sonsoles se fuera con la silla pegada al culo por si acaso, Aznar le ofreció hacerse cargo de la vigilancia nocturna de la Farándula de Amargaos, Estreñidos y Siniestros (FAES para los de la banda) que, por lo visto, preside el tipo que compatibiliza un bigote lacio y viejo con una melena negra y bruñida con aceite de jamelga.

"Es que no me lo puedo creer. Hacer eso por mí. Es que no me lo merezco. Este Ánsar es hipermaravilloso. Le adoro", dicen que dijo Bush a Murdoch, que ya le habia comentado a la Condolezza que "mi capullito de alhelí" o "el que me limpia los zapatos y dice lo que yo quiero", como le llama al tal Aznar, iba a tener un gesto de puta madre con el señorito de Guantánamo, después de los favores que le habia hecho dejándole comer galletas, cortar árboles y poner las patas encima de la mesa como le habia enseñado su papá, que a su vez lo habia aprendido de Donald Rumsfeld cuando éste se la pelaba compulsivamente después de darse el pico con Sadam Hussein y los talibanes antes de que todos ellos fueran considerados unos hijos de puta a los que había que eliminar para distraer la atención.

Al enterarse Laura, esa abnegada dama que es capaz de darlo todo, menos el rosario de su madre, por su borrachín de otrora, no le hizo ninguna gracia. Más aún, la descompuso de tal forma que todavía con la bacinilla anda. "¿Pero cómo vas a ir de portero de noche con semejante cretino, que además le huele el sobaco y tiene una mujer experta en decir sandeces, y que no para de meterse los dedos en la nariz mientras se rie como las hienas?, Ni hablar. Tú a la FAEs no vas ni en pintura. Tú a cortar árboles, a comer galletas y a capar pollos, que se te da de puta madre". Pero Bush no se resignaba a tener que dedicarse a esas chorradas cuando, a pesar de las almorranas cerebrales que le aquejan, se daba cuenta de que en la FAES podía montarse unas juergas del copón y de paso resolver problemas de los que estaba hasta los huevos.

Por de pronto, le permitía evitar que los de Guantánamo le cosieran a hostias después de que Obama y sus parientes cerraran la cárcel que se habia montado para que el Cheney se forrara con la venta de pijamas y cadenas; también le permitiría llevar a toda la banda de los neocons, incluidas las suegras, a los Madriles, donde podrían estar a salvo cuando se descubrieran los chanchullos y corrupciones a las que se habian dedicado durante ocho años, con la posibilidad de destinar los beneficios de sus mordidas y comisiones al negocio de los sex shops que, aunque estaban de puta pena, podrían relanzar con las pelis sado-maso que se habian traido de Abu Graib y de otros sitios de los que tanto le gustaba a Bush hablar con Aznar, con Blair y sus respectivas maromas. Cuando se juntaban las tres parejas a ver esas atrocidades la juerga y el amachambramiento, como diría el Umbral, estaban garantizados.

Al escribir esta crónica, ese tontito de baba y bragueta al bies todavia se lo está pensando. Por eso lo advierto para que cuando a partir del 20 de Enero la banda de los Bush aterrice en Madrid para hacer de mamporreros de la FAES los madrileños y las madrileñas se guarden la cartera y las intimidades a buen recaudo, ya que se avecina una peste que puede hacer estragos en los altos, medios y bajos fondos de la capital. El que avisa no es traidor, ¿eh?