Y tu sabes que odio la madreselva desde que vendieron la casa del abuelo por cuatro duros aquellos cabrones de mis tíos, que no sabían mover el cubo de Ruby ni a la de tres. Créeme, Carmela, cuando me prepares el estofado de contraviesa no pongas en el plato nada que me recuerde a la madreselva de la casa del abuelo. ¿Vale?. Si lo haces, compraré ese aspirador que tanto odias.
