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lunes, 8 de julio de 2013

Recomiendo visitar la cueva de Valporquero

Después de tres vueltas al mundo en varios días, y sin incluir las noches, voy a volver a escribir mis genialidades en este blog tan maravilloso para poner a caldo a toda la gentuza que pulula por ahí. Entretanto, recomiendo volver a la alpargata de esparto que está a buen precio en el mercadillo de Bollullos de la Mitación. De nada. 

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Carmela me ha dicho que no cree en el Arcángel San Gabriel


Y estoy desolao. A mi no puede hacerme eso, a mí que la llevo todos los dias en la bici a la pescadería. Pero yo sí que creo, porque le he visto y además muchas veces, incluso en Adviento. Sin ir más lejos ahí teneis en la foto al Arcángel San Gabriel , a la hora del bocadillo, dándose el pico con Jacinto. Pa que luego diga la Carmela que no existe, no te jode....

Yo en lo que no creo es en los Querubines, que me parece que son bastante poco creibles en sus atributos ancestrales y contemporáneos. En el Congreso que hubo hace poco en Valencia de Don Juan sobre los Querubines, cada vez estaba más claro que estos cabrones han acabado usurpando el territorio de los Serafines y las Potestades, que están de puta pena cada vez que llueve en Almería, que es donde se les considera a base de bien, porque les han dedicado una calle muy céntrica y no hay forma de llevárselos a Turégano que es donde debieran estar y donde además el ayuntamiento les ha puesto un piso acojonante, con vistas al vertedero. Un lujazo, tú.

A ese Congreso asistí yo más contento que unas castañuelas porque me habia preparado un poster de puta madre para demostrar mi teoría sobre los Querubines usurpadores con reminiscencias medievales e influjos normandos, y estaba a punto de largar mi rollo, con poverpoint y todo, cuando en esto que apareció el sargento de la guardia civil, un armario de cuerpo y medio al que le acababan de operar de molares, diciendo que ni querubines ni hostias, que lo que habia que analizar es la situación del Arcángel San Gabriel. Joder, me dije por lo bajines. Esto lo han montado la Carmela y su madre pa joderme la disertación. Y me la jodieron, pero no me preocupa porque me han dicho que se va a publicar, íntegra y en formato superdigital, en el boletín internacional de la parroquia de San Carlos Borromeo, sita en Canillejas. Menos mal. Menudo peso que me he quitao.

martes, 4 de noviembre de 2008

De cuando Mefistófeles buscaba curro chollo y se decidió por la política

Me encontré con Mefistófeles y no me reconoció. A mi me costó también descubrir que era él. Estaba más delgado, la barba encanecida, los pantalones medio raidos, olia a sudor y el masticar tanto tabaco le habia puesto los dientes amarillos y algo desagradables, aunque a él todo eso se la sudaba, porque ya estaba de vuelta de todo. Se daba un aire al siniestro y resentido de Hermann Terscht ese, al que la Esperanza Achirre, más conocida por sus regüeldos a media tarde, le ha puesto un chiringuito para decir gelipolleces que causan vergüenza ajena, aunque mientras le den pasta y le alaben sus chorradas a él todo eso se la suda.

Admitió el Mefis que no tenía un real, que el negocio de las componendas con los pintores y los afiladores, bastante cabrones en su modesto entender, estaba de capa caida, y que a estas alturas pocas cosas era capaz de aprender porque la mente se le habia quedado atrofiada desde aquella vez en que entró en tratos con Federico Chupamuelas y le dejó como el gallo de Marón, aunque la venganza de Mefis no se hizo esperar: un dia de Mayo, cuando comenzaba a apretar la calor, le pinchó la rueda delantera de la moto cuando se largaba a 220 y la hostia que se metió es como para no contarla, de jodida que es. Yo siempre he tenido mucho cuidado en no enemistarme con Mefistófeles, por lo que pudiera pasar y porque cuando se le hinchan las pelotas es como estar a doscientas millas por lo menos. Pero aquella tarde en que lo encontré, estaba tan alicaido que me dio pena. Le invité a un carajillo en la churrería del bar Plesioantosaurio, que se ha remozado bastante desde que a Lourditas, la dueña, le tocó la Lotería en Santurze.

Después del carajillo, y ya con los coloretes asomándole a la cara, Mefis me reconoció que lo que andaba buscando era un curro fácil, una mamonada de trabajo, con ocho meses de vacaciones pagadas, que le permitiera llega a fin de mes, echar un polvo de vez en cuando y escribir poesías en los ratos libres. Me preguntó que qué me parecía la política para empezar a salir del atolladero, porque un pariente suyo de Loeches era concejal y se habia forrao. Le comenté aquello que me dijo Carmela el dia de mi cumpleaños. Ya no me acuerdo muy bien lo que me dijo, pero fue algo así como que si te metes de concejal puedes llegar a ser secretario general del partido que se te ponga en los huevos, que hace falta gente espabilada, y que Mefis lo es. Ya creo que lo es. Si lo sabré yo.

Siempre he odiado la madreselva en el estofado

El color de tus entrañas resulta desconcertante. Nunca he sabido descifrar lo que se esconde por debajo de tu esternón, siempre erguido y a la luz de los candiles. Me parece que, cuando me ves llegar, Carmela, no eres consciente de lo mucho que deseo estar contigo, de la cantidad de soliloquios que me he largado con anterioridad a nuestro encuentro. Créeme que lo ansío, que anhelo verte en esa de bata de boatiné, que te regaló tu prima Suspirancia cuando se acordó de nosotros en nuestra noche de bodas, aunque nunca se enteró que no llegamos a casarnos. En la penumbra de mi cuarto intuyo rumores apagados, que me saben a delirio de madreselva en flor.
Y tu sabes que odio la madreselva desde que vendieron la casa del abuelo por cuatro duros aquellos cabrones de mis tíos, que no sabían mover el cubo de Ruby ni a la de tres. Créeme, Carmela, cuando me prepares el estofado de contraviesa no pongas en el plato nada que me recuerde a la madreselva de la casa del abuelo. ¿Vale?. Si lo haces, compraré ese aspirador que tanto odias.