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jueves, 13 de noviembre de 2008

En los bares de Irún ya no quedan bocatas calamares


Menuda la que se ha montado en Irún con el pago de los autobuses que llevaban a 235.543 iruñeses a ver el partido con el Madrid ese que no vale ni lo que costó bautizarlo. Habian preparado todos los billetes con una perfección que para sí la quisiera la Unión y el Fénix aquella que se fue a pique, dejando un pufo tremendo, y a las cuatro menos cuarto se pusieron a la venta, incluida la comisión del bar la Perla del Cantábrico encargada de venderlas a 178 euros cada billete. Se organizó la de dios es cristo. Mas de millón y medio de iruñeses formaron una cola de 23 kilómetros, todo muy a lo vasco fronterizo, para comprar los jodidos boletos, que además no se veia nada de lo que ponían. La gente se empezó a cabrear, no habia dónde sentarse, hacía un frio de la hostia, y, lo que es más grave, llegó uno de Talavera de la Reina, que llevaba en Irún como quince días, agarró todos los boletos y a tomar por culo. Se los llevó al pueblo de al lado para revenderlos y poder pagar así la hipoteca.

El tio era más listo que el hambre. Habia estudiado en los Escolapios de Calatayud con aprobao raspado, pero habia entrado a trabajar en la cocina y se habia puesto las botas preparando botillo del Bierzo, que gustaba a los curas lo que no está escrito. Al final, le hicieron ingeniero y le mandaron a trabajar a la Philips de Eindhoven, donde hizo un curriculum de la hostia, se casó con la sobrina del alcalde, que era un gilipollas de mucho cuidao, y se vino para Irún donde montó una copistería, que imprime en cuatro dimensiones. Acojonante, tú. De lo mejorcito de Talavera de la Reina y Rentería.

Menos mal que al final los de Irún eliminaron al Madrid de la Copa y pudieron quitarse la espina de los jodidos boletos, que si no, a la vuelta del partido hubieran montao un "alarde" del copón para poner al de Talavera en su sitio, es decir, en la puta calle comiendo bocatas calamares hasta que le diera el moquillo.