sábado, 6 de febrero de 2010

Volver a Espartero mola un huevo


Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá, me lo dijeron tantas veces que no lo pude olvidar. Y mira por dónde el otro día, cuando más afanado estaba en la recogida de las moras que inundan el corral de mi vecina, me vino a la mente la historia de aquel pobre hombre que vagabundeaba por la orilla del Alberche sin atreverse a mirar a las oropéndolas que hacían el amor de continuo mientras la cuñada del capataz de Cebreros cortaba el tocino para el cocido. No había más en la pringá: ni carne, ni morcilla, ni oreja, ni adobo. Ná.

Sin embargo, menuda estampa aquella la de aquella mañana del aquelarre que de pronto se montó con la llegada del subdelegado del gobierno, que por cierto es bastante gilipollas y que siempre quiso ser superdelegado del gobierno, encargado de inaugurar, con hisopo incluido, el pilón de lavar a mano, que habia costeado el primo del vicepresidente de la diputación. Aquello sí que eran nuevas tecnologías, avances de primera categoría amén de un huevo de desarrollo sostenible. Se acabaron las lavadoras eléctricas, a tomar por el rasca el jabón en pastillas de clorohidratofenolino, a la mierda los suavizantes de laca liofilizada. Lo que mola a partir de ahora es el delantal bien apretao, la saya en su sitio, como es debido, las enaguas que se noten pero no se vean, las horquillas en su punto, ni más altas ni más bajas, las zapatillas de esparto lavaditas por encima y enguarradas por debajo.

Todo como antaño, como se hacia en tiempos del general Espartero, que para eso era de Logroño donde todo el mundo sabe lo que pasa a las ocho menos cuarto de los dias y fiestas de guardar. Mi prima Patro estaba encantada con la vuelta a la innovación retrógrada que era lo que se llevaba desde que el alcalde de Loeches habia lanzado a los cuatro vientos su famosa cruzada contra la concupiscencia que suponia tener encendidas las luces hasta las tantas, cuando todo el mundo sabe que las luces solo se pueden encender cuando hace sol. Todos estaban supercontentos de volver a ver el pilón del pueblo lleno de mozas y de mozos cantando "La del manojo de rosas", "la tabernera del puerto" y "agua, azucarillos y aguardiente" que me las sé como el padrenuestro.

De ahora en adelante el que manejara un ordenador se iba a llevar dos hostias, las multas iban a ser de aupa para los que se metieran en el Internet, que el diablo confunda, y el que chateara o chatease recibiría cincuenta latigazos en la plaza del pueblo después de la misa de las cinco y media. A partir de entonces todas esas perversiones provocadas por las jodidas nuevas tecnologías iban a desaparecer de un plumazo.

El que quiera divertirse que juegue a las tabas, que haga bailar la peonza, que se ponga tibio al subastao, que tire piedras a las latas de berberechos vacías, que ponga a parir al vecino aunque esté presente y si, de paso, se pone a fornicar sin ton ni son nadie se lo va a impedir porque así hace ejercicio, conoce gente y, sobre todo, se olvida de una puta vez de tanta innovación y tanta hostia. Volver a Espartero mola un huevo. Ese será el slogan a partir de ahora.

6 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡DON SEGISMUNDO! ¡Ha vuelto! Se le echaba muchísimo de menos. Veo que ha estado influenciado por los cuentos de mi tia-abuela que seguro los ha estado leyendo de escondidillas... Todo lo que dice en este post, nos retrae o, por lo menos me retrae a mi, a la época de los mesones, los chalanes, los tratantes de mucha y poca monta y los gitanillos chatarreros. ¿A qué sí? Siempre a sus pies, M.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Muy ilustrísimo Señor de las alturas inconmensurables y nunca suficientemente percibidas, Don Segismundo de Valonsadero y Medinaceli, Tierras Altas y Vivaces, Tierras de Toda la Vida, 47999 Uzbekistan.

Siento decirle que estaba, más que inquieto, enajenado del todo. Suspiraba cual cervatillo asustado, anhelando ver su egregia figura descollar por lontananza, temiendo no saber o sí saber de su tardanza en mostrar su faz elocuente y asaz perversa.

Veo que los sabañones no le han estropeado el invierno, y que ni gripe a ni fieros vientos malos del averno han podido mermarle sutilezas ni agilidad ni verborrea.

Vaya, pues, en primer lugar mi saludo afectuoso.

Que estaba demasiado silencioso, en demasía, para lo que está cayendo y caerá. Que sigue siendo necesaria la poesía y la profecía, en estos tiempos malos que nos corren.

Si hay que empezar por espartero, se empieza. Si hay que recordar aquellos lavaderos, se recuerda. Incluso si fuera necesario volver al río a romper hielos, se rompen.

Todo lo que se imprescindible y necesario, con tal de volver a escuchar su alta voz, don segis, y no callarla, no, que necesitamos profetas, que está cayendo mucha tiña, demasiada, y la envidia nos corre por el cuerpo, compañero, tan temprano.

Y sépase que si usted canta La tabernera del puerto, yo, ya puesto, estoy dispuesto a cantar mi carro me lo robaron, y palabra que no sentiré ni pizca de vergüenza.

Julia dijo...

¡Qué gusto volver a leerle! Le hemos echado de menos, las carcajadas y las reflexiones que usted provoca no tienen igual, si acaso mi amigo Miguel Ángel cuando relata sus andares con la Moly se le asemejan (para mí que me lo imagino).

A las tabas jugué, a los "santos" también incluso a la "tajuela", no le digo nada al guá, y a la comba, claro esto era cosa de chicas, los chicos bailaban la peonza, de eso hace... pues eso.

Por cierto los subdelegados del gobierno que conozco son gilipollas, cuestión de perfil, es condición sine qua non.

Bienvenido y no nos tarde tanto ¡por Dios!

Si me lo permite le mando un abrazo (¡usted verá qué hace con él!)

Juan Navarro dijo...

Excelentísimo señor: a las canicas, cuando Vd quiera. Modalidad triángulo o guá. A patacón la partida. No me diga que anda pobre y que a perrilla, que la nobleza está más protegida que nunca, que hasta tienen fundación para casos de indigencia. La ventaja de la tecnología, si me permite decirlo, es que la cosa del guá también puede jugarse en la distancia, no hace falta ir a la plaza, e, incluso, se puede prescindir de las canicas y el guá, todo puede ser imaginario.

Blao dijo...

Prometo solemnemente pasarme por aquí más a menudo para avivar el cerebro, oxigenar el trastero, bajar el colesterol, alimentar la sesera del cante y la inspiración. Que la ironía es la chispa del conocimiento y del sentimiento su llama, calor y discernimiento.

Teresa dijo...

http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/ong-condes-marquesas-venidas/csrcsrpor/20100204csrcsrsoc_7/Tes

lo que puede producir avance en el pensamiento y es incontrolable provoca miedo, mucho