Me encontré con Mefistófeles y no me reconoció. A mi me costó también descubrir que era él. Estaba más delgado, la barba encanecida, los pantalones medio raidos, olia a sudor y el masticar tanto tabaco le habia puesto los dientes amarillos y algo desagradables, aunque a él todo eso se la sudaba, porque ya estaba de vuelta de todo. Se daba un aire al siniestro y resentido de Hermann Terscht ese, al que la Esperanza Achirre, más conocida por sus regüeldos a media tarde, le ha puesto un chiringuito para decir gelipolleces que causan vergüenza ajena, aunque mientras le den pasta y le alaben sus chorradas a él todo eso se la suda.
Admitió el Mefis que no tenía un real, que el negocio de las componendas con los pintores y los afiladores, bastante cabrones en su modesto entender, estaba de capa caida, y que a estas alturas pocas cosas era capaz de aprender porque la mente se le habia quedado atrofiada desde aquella vez en que entró en tratos con Federico Chupamuelas y le dejó como el gallo de Marón, aunque la venganza de Mefis no se hizo esperar: un dia de Mayo, cuando comenzaba a apretar la calor, le pinchó la rueda delantera de la moto cuando se largaba a 220 y la hostia que se metió es como para no contarla, de jodida que es. Yo siempre he tenido mucho cuidado en no enemistarme con Mefistófeles, por lo que pudiera pasar y porque cuando se le hinchan las pelotas es como estar a doscientas millas por lo menos. Pero aquella tarde en que lo encontré, estaba tan alicaido que me dio pena. Le invité a un carajillo en la churrería del bar Plesioantosaurio, que se ha remozado bastante desde que a Lourditas, la dueña, le tocó la Lotería en Santurze.
Después del carajillo, y ya con los coloretes asomándole a la cara, Mefis me reconoció que lo que andaba buscando era un curro fácil, una mamonada de trabajo, con ocho meses de vacaciones pagadas, que le permitiera llega a fin de mes, echar un polvo de vez en cuando y escribir poesías en los ratos libres. Me preguntó que qué me parecía la política para empezar a salir del atolladero, porque un pariente suyo de Loeches era concejal y se habia forrao. Le comenté aquello que me dijo Carmela el dia de mi cumpleaños. Ya no me acuerdo muy bien lo que me dijo, pero fue algo así como que si te metes de concejal puedes llegar a ser secretario general del partido que se te ponga en los huevos, que hace falta gente espabilada, y que Mefis lo es. Ya creo que lo es. Si lo sabré yo.
Abro este blog para que os enteréis de lo que es bueno. Espero vuestra confianza a machamartillo. Que nadie defraude a nadie, que resplandezcan el pleonasmo,la metonimia sincrética y el tropo resultón, y que tanto las luces del alba como las del ocaso nos sirvan para iluminar aunque estemos en los antípodas. Si lo sabes tú, si lo sabe él, si lo sabéis todos; entonces ¿porqué no brindamos por las auroras boreales?, ¿porqué no comprobamos de qué color es la rosa del azafrán?.
martes, 4 de noviembre de 2008
De cuando Mefistófeles buscaba curro chollo y se decidió por la política
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1 comentario:
Dile a Mefis que se haga ministro. Oye, muy buena la foto de las monjas, la estaba viendo con mi hija, y nos partiamos. Un beso
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